Se denomina contaminación radioactiva o contaminación nuclear a la presencia no deseada de sustancias radioactivas en el entorno. Ésta contaminación puede proceder de radioisótopos naturales o artificiales.
Cuando se habla de contaminación radiactiva, en general se tratan varios aspectos:
1. La contaminación de las personas. Esta puede ser interna cuando han ingerido, inyectado o respirado algún radioisótopo, o externa cuando se ha depositado el material radiactivo en su piel.
- La contaminación de alimentos. Del mismo modo puede haberse incorporado al interior de los mismos o estar en su parte exterior.
- La contaminación de suelos. En este caso la contaminación puede ser solo superficial o haber penetrado en profundidad.
- La contaminación del agua. Aquí la contaminación aparecerá como radioisótopos disueltos en la misma.
CONTAMINACIÓN DE ALIMENTOS: Afecta a los alimentos y es originada por productos químicos (pesticidas y otros) o biológicos (agentes patógenos). Consiste en la presencia en los alimentos de sustancias tóxicas para la salud de los consumidores y es ocasionada durante la producción, la manipulación, el transporte, la industrialización y el consumo.
CONTAMINACIÓN DE LAS PERSONAS:La contaminación radiactiva de las personas puede producirse de forma externa o interna. En la externa, pueden contaminarse la ropa o la piel de forma que cierta cantidad de material con contenido radiactivo se adhiera a ellos. De forma interna se puede producir por la ingestión, absorción, inhalación, o inyección de sustancias radiactivas...
Cuando existe material radiactivo en forma gaseosa, de aerosol, líquida o sólida (esta última en forma de polvo), parte puede impregnar las ropas o la piel de las personas que entren en contacto con este material. También puede ser ingerido, ya porque los alimentos o el agua estén contaminados, ya de forma accidental al llevarse las manos contaminadas a la boca, o inhalado al entrar en un ambiente donde existe polvo contaminado en suspensión, aerosoles o gases con contenido radiactivo.
Una central o planta nuclear es una instalación industrial empleada para la generación de energía eléctrica a partir de energía nuclear. Se caracteriza por el empleo de combustible nuclear fisionable que mediante reacciones nucleares proporciona calor que a su vez es empleado, a través de un ciclo termodinámico convencional, para producir el movimiento de alternadores que transforman el trabajo mecánico en energía eléctrica. Estas centrales constan de uno o más reactores.
En la central nuclear de Fukushima había instalados seis reactores, de los cuales tres estaban operativos cuando el 11 de marzo de 2011 se desencadenó un terremoto de magnitud 9. Los sistemas que detienen la fisión del uranio se activaron automáticamente, pero el combustible nuclear continuaba desprendiendo gran cantidad de calor. A falta de suministro eléctrico del exterior, la refrigeración se mantuvo con las baterías de reserva y después con los generadores diesel que debían sustituirlas, pero cuando llegó la ola de 14 metros éstos quedaron inutilizados.
Al cesar la refrigeración la temperatura en el interior de los reactores comenzó a subir. A 1200º, cuatro veces la temperatura normal en el reactor, el metal de las vainas que contienen el combustible reaccionó con el vapor de agua liberando hidrógeno. En las unidades 1 y 3 este gas altamente inflamable fue evacuado hacia el exterior del edificio pero acabó provocando sendas explosiones que no afectaron a la estructura de los reactores. En cambio, la explosión que se produjo en la unidad 2 sí pareció haber dañado las paredes de la vasija de hormigón que rodea al reactor, produciéndose una importante fuga de material radiactivo.
El accidente de Fukushima ocurrido en marzo de 2011, alcanzó nivel máximo de gravedad en la Escala Internacional Nuclear y de Sucesos Radiológicos (INES), grado sólo comparable con el alcanzado el desastre de Chernobil en 1986.
Según el Instituto de Investigación de Seguridad Nuclear de Francia (IRSN), el accidente nuclear de la central de Fukushima, consecuencia del terremoto de 9 grados en la escala de Richter, ha provocado la más alta concentración de contaminación radiactiva marina jamás registrada.
La mayor contaminación ocurrió justo después del terremoto, sin embargo, la concentración de químicos radiactivos sigue siendo alta. Es por eso que se continuará con el monitoreo de especies a lo largo de la costa de Fukushima y en las aguas aledañas a la corriente, que está dispersando y alejando las aguas contaminadas hacia el océano Pacífico.
En las inmediaciones de la central, llegaron a registrarse concentraciones de millares de becquereles (núcleos radiactivos sin desintegrarse) por litro para el cesio 134 y 137.
Además de la destrucción que dejó a su paso el terremoto y tsunami en las ciudades japonesas, el impacto ambiental que tendrá esta catástrofe está aún por verse y, por supuesto, los principales afectados serán las especies marinas que habitan cerca de las costas niponas.
Hace tres años, la mayor catástrofe nuclear de la historia desde Chernóbil sacudió Japón. Era el 11 de marzo de 2011 y la tierra tembló bajo el mar nipón con una magnitud 9 en la escala Richter, resultando en un terrible tsunami que causó más de 18,000 muertos y desaparecidos.
En el desastre Fukushima se sufrieron explosiones y generaron fugas radiactivas que contaminaron aire, tierra, agua y alimentos. Cientos de miles de personas se vieron obligadas a vivir fuera de sus pueblos, en medio de una incertidumbre por su futuro.
Sin embargo y a pesar del tiempo transcurrido las cosas no parecen mejorar: Ecologistas en Acción y Greenpeace señalan que la situación actual en la central nuclear de Fukushima Daiichi y en su entorno, es "catastrófica".
Las cosas no son mejores para la población de la zona. Mientras continúan las labores de limpieza y descontaminación, unas 52,000 personas están obligadas a vivir lejos de sus casas, en viviendas prefabricadas, donde los niños tienen limitado el tiempo de juego al aire libre.
Japón, el dilema de la energía nuclear
Por ahora, los técnicos siguen luchando por avanzar en el proceso de desmantelamiento de la planta, que tardará 30 o 40 años. Y es que, a pesar de la oposición a la energía atómica de una buena parte de la población, el Gobierno ha dejado su postura clara: Japón no renunciará a la energía nuclear.